lunes, 9 de septiembre de 2013

Relato de alguna experiencia de una resolución de un problema.


En una ocasión dentro del grupo una alumna se sintió mal porque según ella un compañero le quebró su cantimplora, lo cual sucedió pero no fue a propósito. El niños al mover la mochila cayó la cantimplora al piso y por el impacto se quebró, la niña lloraba y decía que su mamá le iba apegar. La tranquilicé un poco diciéndole “haber vamos a ver qué se puede hacer”  y le pregunté que le parecía si pegábamos con cinta para que así siguiera funcionando. Empezamos a hacerlo y ella más calmada me ayudó, por fin forramos toda la cantimplora con la cinta y le echamos agua y no tiró. Le dije que serviría por poco tiempo pero que ella podía explicarle a su mamá que fue un accidente y así sucedió, no la regañaron y la cantimplora al poco tiempo la desechó porque ya no sirvió, pero, eso que hicimos sirvió para tranquilizarla y evitar que peleara con su compañero. En ese momento me sentí agusto porque la niña se tranquilizó.

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